Megaproyecto de San Lorenzo: ni faraónico ni improbable
Por Enrique Woll*
Me he tomado la libertad de cotejar las tendencias actuales en la financiación y orientación de las grandes transformaciones en transporte marítimo y terminales portuarios contra mi apreciación de lo que se podría esperar en el largo plazo, para que las ideas y observaciones vertidas en relación con el HUB del Mega-terminal Multimodal de la Isla San Lorenzo queden integradas, desde mi punto de vista, en una sola apreciación más equilibrada.
Puedo añadir al tema, que los grandes corredores marítimos o "carretera principal" de navegación Este-Oeste a modo de cinturón global que se viene definiendo cada vez más en el Hemisferio Norte, debido sobre todo a las tendencias de consolidación de las líneas navieras de naves porta-contenedores y al agrandamiento de los puertos ligados a esta carretera, favorecen claramente a 29 de los 30 países que integran la OCDE -que se encuentran en ese hemisferio-, y encarecerán relativamente y por mucho tiempo muchas de las exportaciones e importaciones de los países de Sud América, África, y Oceanía (principalmente Australia que pertenece a la OCDE, y Nueva Zelanda), mayormente entre estos continentes.
Conforme los países de estos continentes vayan desarrollando, este fenómeno de encarecimiento relativo –opino-, hará presión económica para la creación y ampliación de rutas terrestres tras-continentales (como las rutas Inter-Oceánicas Norte y Sur Perú-Brasil básicamente) en Sud América, el África, y Australia, y dará además origen a "mega-puertos" a lo largo de nuevos corredores marítimos o "carreteras principales" Este-Oeste entre ellos, más o menos a la altura del Callao.
Vale pensar que aunque la tendencia es que inversores privados financien las grandes obras de infraestructura, siempre habrá lugar para la financiación estatal y de la banca multilateral para los proyectos estratégicos, o de alcance internacional, que por su prolongado "payback" o plazo para la recuperación de la inversión, no sean atractivos para el sector exclusivamente privado o para los países que podrían beneficiarse. Esta es una de las razones de la emergencia de consorcios Privado-Públicos. La tasa de retorno de muchos proyectos en esta categoría es demasiado pequeña para la pronta recuperación de la inversión, lo cual eleva el riesgo a niveles inaceptables para el sector privado, pero si resultara probable que sea positiva en el largo plazo, es, en principio, interesante para estos consorcios interesados en el largo plazo.
Dicho de otra manera, si en tiempos como el actual, cuando muchos gobiernos han efectuado, y seguirán efectuando en el corto plazo, inversiones masivas en infraestructura para estimular la economía, de cara al futuro, me parece que tarde o temprano se dará consideración a las presiones económicas y políticas en busca de rutas más directas entre Australia y Nueva Zelanda, Sud América, y África, como la señalada, y con el gradual enriquecimiento del mundo, el presumible abaratamiento del capital a largo plazo, y las desigualdades en desarrollo y bienestar Norte-Sur, que me temo persistirán por muchas décadas, estimo que en tiempos no muy lejanos, los proyectos que ahora nos parecen faraónicos ni siquiera nos parecerán mega-proyectos.
* Ingeniero. Miembro Colaborador del Comité CEEM «Doctrina Marítima».
Por Enrique Woll*
Me he tomado la libertad de cotejar las tendencias actuales en la financiación y orientación de las grandes transformaciones en transporte marítimo y terminales portuarios contra mi apreciación de lo que se podría esperar en el largo plazo, para que las ideas y observaciones vertidas en relación con el HUB del Mega-terminal Multimodal de la Isla San Lorenzo queden integradas, desde mi punto de vista, en una sola apreciación más equilibrada.
Puedo añadir al tema, que los grandes corredores marítimos o "carretera principal" de navegación Este-Oeste a modo de cinturón global que se viene definiendo cada vez más en el Hemisferio Norte, debido sobre todo a las tendencias de consolidación de las líneas navieras de naves porta-contenedores y al agrandamiento de los puertos ligados a esta carretera, favorecen claramente a 29 de los 30 países que integran la OCDE -que se encuentran en ese hemisferio-, y encarecerán relativamente y por mucho tiempo muchas de las exportaciones e importaciones de los países de Sud América, África, y Oceanía (principalmente Australia que pertenece a la OCDE, y Nueva Zelanda), mayormente entre estos continentes.
Conforme los países de estos continentes vayan desarrollando, este fenómeno de encarecimiento relativo –opino-, hará presión económica para la creación y ampliación de rutas terrestres tras-continentales (como las rutas Inter-Oceánicas Norte y Sur Perú-Brasil básicamente) en Sud América, el África, y Australia, y dará además origen a "mega-puertos" a lo largo de nuevos corredores marítimos o "carreteras principales" Este-Oeste entre ellos, más o menos a la altura del Callao.
Vale pensar que aunque la tendencia es que inversores privados financien las grandes obras de infraestructura, siempre habrá lugar para la financiación estatal y de la banca multilateral para los proyectos estratégicos, o de alcance internacional, que por su prolongado "payback" o plazo para la recuperación de la inversión, no sean atractivos para el sector exclusivamente privado o para los países que podrían beneficiarse. Esta es una de las razones de la emergencia de consorcios Privado-Públicos. La tasa de retorno de muchos proyectos en esta categoría es demasiado pequeña para la pronta recuperación de la inversión, lo cual eleva el riesgo a niveles inaceptables para el sector privado, pero si resultara probable que sea positiva en el largo plazo, es, en principio, interesante para estos consorcios interesados en el largo plazo.
Dicho de otra manera, si en tiempos como el actual, cuando muchos gobiernos han efectuado, y seguirán efectuando en el corto plazo, inversiones masivas en infraestructura para estimular la economía, de cara al futuro, me parece que tarde o temprano se dará consideración a las presiones económicas y políticas en busca de rutas más directas entre Australia y Nueva Zelanda, Sud América, y África, como la señalada, y con el gradual enriquecimiento del mundo, el presumible abaratamiento del capital a largo plazo, y las desigualdades en desarrollo y bienestar Norte-Sur, que me temo persistirán por muchas décadas, estimo que en tiempos no muy lejanos, los proyectos que ahora nos parecen faraónicos ni siquiera nos parecerán mega-proyectos.
* Ingeniero. Miembro Colaborador del Comité CEEM «Doctrina Marítima».
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